Cuando morimos, nuestro juicio se lleva a cabo inmediatamente en el mismo lugar en donde ocurrió la muerte y se pasa al universo espiritual, de donde no hay forma de volver al plano terrenal. La mentira y el engaño del demonio, han convencido a muchas personas para que crean en la reencarnación. En este tema se demuestra, a la luz de la Palabra, que tal reencarnación no existe y cómo es que, en el momento de nuestra muerte, queda sellado nuestro destino para toda la eternidad.